miércoles, 9 de mayo de 2018

Círculo de Silencio 9 de mayo 2018


   CIRCULO DE SILENCIO ALMERIA
Miércoles, 9 de Mayo de 2018

1º Paso

Nos hemos reunido esta tarde como venimos haciendo el,  2º miércoles de cada mes. Para reflexionar y denunciar públicamente desde esta plataforma que una de las principales causas de la pobreza, que tanto hace sufrir a las personas y a sus familias, es la falta de trabajo.


El martes, día 1, celebrábamos en todo el mundo la fiesta del trabajo. Era el día en el que trabajadores y trabajadoras salíamos a la calle a reivindicar y pedir un trabajo digno, estable, con sueldos justos…, que nos permitan llegar a fin de mes sin agobios. El empleo generado por la recuperación económica es en la mayoría de los casos: temporal, parcial, con bajos salarios y precarios, además de insuficiente para recuperar el nivel de ocupación anterior a la crisis.

Juan, tras 20 años en la misma empresa se encuentra en el paro con 48 años y pronto dejará de percibir la prestación. Eloísa, su mujer, ha conseguido ir a limpiar por unas horas sueltas, sin contrato, a la vez que atiende a su madre enferma. David, el hijo mayor, ha dejado la universidad al recortarle la beca. Ana, la segunda hija, está pendiente del móvil por si la llaman para cubrir alguna baja. Y Tamara, la tercera hija, estudia 3º de ESO y falta bastante a clasepara cuidar a su sobrina de 2 años.

Como Juan, Eloísa, David, Ana…hoy hay en nuestro país más de 3 millones 700 mil personas paradas (EPA 2017).

El trabajo reducido a mercancía al servicio del capital, deja a las personas en una peligrosa situación de vulnerabilidad y exclusión social. Detrás de las estadísticas hay dramáticas historias personales de frustración y desesperanza.

Ante la situación de insolidaridad estructural que se vive en todo el mundo respecto a los trabajadores y trabajadoras, y más si cabe respecto a los jóvenes que quieren y no pueden trabajar, la persona debe ser y estar en el centro de la actividad económica, de la política, de las relaciones laborales, del trabajo.


2º Paso

La H.O.A.C., como Iglesia, que quiere ser buena noticia en nuestro mundo, nos hacemos presentes y nos posicionamos en contra de aquellas situaciones que atentan contra la dignidad de las personas. El sistema configura una sociedad donde el trabajo no es un bien para la vida sino un instrumento al servicio del capital por encima de la persona. La deshumanización del trabajo sitúa a la persona en una peligrosa situación de vulnerabilidad y exclusión social.


Nuestro actual sistema económico se apoya en un mercado laboral caracterizado por los elevados índices de desempleo y de la temporalidad, la pobreza de muchos trabajadores, la precariedad de las redes de protección social (especialmente en lo que se refiere a las coberturas por desempleo y la cuantía de las pensiones), los bajos salarios, el incremento de la inseguridad laboral, la reducida representación y participación sindical, y las dificultades para conciliar vida laboral y familiar.

Ante esta realidad de desigualdad y exclusión que afecta a millones de trabajadores / trabajadoras defendemos y reivindicamos:

Situar a la persona en el centro de la vida política, de las relaciones laborales y del trabajo.

Proteger el derecho al trabajo decente para posibilitar un desarrollo integral de la persona, donde el trabajo sea generador de dignidad para la vida.

Lograr la igualdad de oportunidades y trato para todos los hombres y todas las mujeres.

Garantizar que el trabajo permita desarrollar nuestra vocación y sirva para aportar nuestros dones a la construcción de la sociedad desde el bien común.

Reconocer social y jurídicamente el trabajo reproductivo, para poner en valor aquellos trabajos de cuidados que posibilitan y sostienen la vida.

Afirmar la seguridad y la salud en nuestro ámbito de trabajo, bajo unas condiciones laborales que no atenten contra la integridad física y psíquica de la persona, y que garanticen la protección social del trabajador.

Alcanzar libertad en la empresa para que, como personas expresemos nuestras opiniones, podamos ejercer nuestro derecho a organizarnos colectivamente y participemos de las decisiones que afectan a nuestras vidas.

Promover la conciliación real laboral y familiar, mediante la creación de ritmos y mecanismos que posibiliten el desarrollo integral de la persona en la esfera laboral, familiar, cultural y espiritual.

Lograr que el acceso a los derechos para una vida digna, como sanidad, vivienda o educación, entre otros, no estén condicionados a tener o no un trabajo.

3º Momento                   

De todo cuanto en el mundo existe y vive
 y siente, eres tú lo más valioso, lo más imprescindible.


 Puede que nadie te haya explicado la maravilla
 de tus brazos, la gracia de tus manos,
 el valor de estar en pie, seguro de tus ojos,
 humedecido de sudor, endurecido en las faenas
 a pesar del cansancio y la sed y el escozor
 y el fango o el polvo. Ciertamente,
 sólo aquellos con corazón generoso y admirado,
 han de ser los que vendrán y digan, hombre grato,
 jornalero, sea cual sea tu rincón del mundo,
 eres lo más valioso que la vida ofrece.

 Vales mucho, por tí tiene sentido la vida.
 Sólo que trabajas con tus manos y en tí se gestó
 la obediencia, la lealtad, las humildes virtudes.
 Tú me siembras los campos, campesino.
 Tú recoges mis cosechas, migrante.
 Tú edificas, tú cargas mis camiones,
 tú, el peor pagado, el perseguido,
 el más rudo y torpe de labios.

 Puede que nadie te haya explicado
 por qué no se hicieron escuelas en tu cortijo.
 Ni por qué, por tradición, siglo tras siglo,
 es tu familia pobre. O tu ascenso tan lento.
 O se mueren tus críos antes que venga
 un médico o el socorro propicio. O el alimento idóneo.

De todo cuanto en el mundo existe
 y vive y siente, eres tú lo más valioso, lo más imprescindible.

 22-11-2000 / De El hombre extendido


miércoles, 11 de abril de 2018

Círculo de Silencio 11 abril 2018


CIRCULO DEL SILENCIO: Almería 11, Abril 2018

La emigración es un hecho que siempre ha estado presente en la historia de la humanidad.



El actual fenómeno migratorio es el mayor que ha habido a lo largo de todos los tiempos. Según datos de la ONU, actualmente existen más de 50 millones de refugiados y cerca de 200 millones de emigrantes. Y solemos tener una visión muy deformada de esta realidad. Solemos creer que el problema es lo que, algunos califican como “invasión” de los países ricos por personas procedentes de países pobres, pero la realidad es que solo una pequeña parte de los emigrantes y desplazados acaban en los países ricos, la inmensa mayoría, el 80 % se mueven dentro de los países empobrecidos.
Detrás de la emigración está siempre la pobreza o la violencia.

Emigrar es un derecho fundamental e inalienable de las personas. Toda persona tiene derecho a emigrar buscando unas condiciones de vidas dignas para ella y su familia.

El derecho a emigrar es fundamentalmente un derecho de los empobrecidos, y es un deber y  una responsabilidad de las sociedades y de los estados acoger a los emigrantes y de crear las condiciones necesarias para que sea posible la vida digna de todos.

Poder emigrar para mejorar es un derecho, tener que emigrar para sobrevivir es una injusticia.

Emigrar siempre supone problemas: el tener que abandonar la propia tierra, la perdida de relaciones familiares, sociales, culturales… tener que adaptarse a otra sociedad, a otra cultura, muchas veces en situación de vulnerabilidad…

Por eso la persona emigrante que llega a un país de acogida debe ser tratada en condiciones de igualdad, tiene derecho a un trabajo digno y un salario justo, tiene derecho a una vivienda digna y a la protección de la salud y la educación, tiene derecho a cultivar su propia cultura y a la participación en la vida social del país en el que se encuentra.

Solo así reconociendo sus derechos como personas, facilitaremos y contribuiremos a su integración.

jueves, 15 de marzo de 2018

Círculo de Silencio 14 marzo de 2018




CIRCULO DEL SILENCIO

IGUALES EN DIGNIDAD, IGUALES DE DERECHO

El pasado 8 de marzo celebramos en todo el mundo el Día Internacional de la mujer trabajadora. Es una oportunidad que nos da la Iglesia para reflexionar y tomar conciencia de la situación que viven muchas mujeres especialmente en la relación con el trabajo y el desempleo.

El trabajo es el medio de participación social y política y debe poner de manifiesto la sagrada dignidad de la persona. El resultado de un trabajo digno es una sociedad equitativa y justa. Cuando el trabajo no prioriza a la persona por encima del capital se daña la vida y la humanidad.

El concilio Vaticano II “la mujer reclama la igualdad de derecho y de hecho con el hombre, allí donde todavía no se ha logrado”.

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Hoy las mujeres siguen sufriendo en su dignidad

¿Por qué?

Siguen cobrando menos por realizar el mismo trabajo que los hombres, estableciéndose una brecha salarial que, según los sindicatos, se sitúa en el 30 %.

Más de dos millones de mujeres quieren trabajar y no pueden (2.011.000; tasa paro 18,35 %). Las dificultades de encontrar empleo son históricamente mayores que los hombres (tasa de paro 14,97 %).  (datos: 4º trimestre EPA 2017).

El informe de la situación laboral de las mujeres andaluzas ha puesto de manifiesto que Almería es la tercera provincia de Andalucía donde más mujeres hay en paro, concretamente 49.000. De éstas, 22.000 llevan ya más de dos años en esta siruación.

La pobreza tiene rostro de mujer. Más de dos millones de mujeres trabajan a tiempo parcial (2.066.000) provocando que, pese a que haya trabajado a lo largo de toda su vida, sigan siendo mujeres trabajadoras y pobres.

Las mujeres mayores de 25 años son las más perjudicadas a la hora de acceder al empleo en Almería (analiza UGT)

El 89,1 % de las personas que optaron voluntariamente por trabajar a tiempo parcial, para hacerse cargo del cuidado de personas dependientes, son mujeres, que soportan una multitud de cargas y tareas que impiden una conciliación real entre trabajo y familia.

Más del 85 % de las responsabilidades siguen copadas por profesionales masculinos (INE, 2016). Colocándose así a la mujer ante un techo de cristal invisible.

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Desde el Secretariado diocesano para la Pastoral Social y del Trabajo, Iglesia en el mundo obrero, comprometida en la consecución de un trabajo decente y digno, hacemos nuestros los sufrimientos y la indignación que provoca las desigualdades e injusticias que sufren las mujeres.

Por eso:

Reivindicamos un cambio del sistema económico y cultural que valore el cuidado y la sostenibilidad de la vida. La dignidad de las personas y el bien común.  

Pedimos una conciliación familiar real que nos permita compartir los cuidados y la vida. Para ello, es esencial desarrollar servicios públicos que atiendan las necesidades de menores y dependientes.

Exigimos a las instituciones y a los responsables políticos el cumplimiento de las leyes hechas por la igualdad de oportunidades) entre hombres y mujeres. (Ley Orgánica 3/2007).

Condenamos todo tipo de violencia contra la mujer. Para ellos es necesario que juntas y juntos construyamos puentes inclusivos en las diferentes maneras de relacionarse y comunicarse en el mundo laboral, familiar, de lenguaje, educacional…

Consideramos fundamental promover una educación basada en valores de igualdad, respeto, solidaridad, empoderamiento y complementariedad, en la que se derrumben cánones impuestos de feminidad y masculinidad que no permiten desarrollarnos de manera integral como personas libres


Hoy terminamos este círculo del silencio leyendo el poema "Mi hijo muere cada tarde en el mar" de Pilar del Río.

Se entrega a los asistentes este documento:




IGUALES EN DIGNIDAD, IGUALES EN DERECHO Comunicado 8 de Marzo 2018 - Día de la mujer trabajadora
El trabajo es el medio de participación social y política, y debe de poner de manifiesto la sagrada dignidad de la persona. El resultado de un trabajo digno es una sociedad equitativa y justa. Cuando el trabajo no prioriza a la persona por encima del capital, se daña la vida y a la humanidad.
Hoy las mujeres continúan sufriendo en su dignidad porque:

       Siguen cobrando menos por realizar el mismo trabajo que los hombres, estableciéndose una brecha salarial que, según los sindicatos, se sitúa en el 30%. .
       Más de dos millones de mujeres quieren trabajar y no pueden (2.011.000; tasa paro 18,35%). Las dificultades de encontrar empleo son históricamente mayores que los hombre (tasa paro 14,97%).(IV Trimestre 2017 EPA 2017).
       La pobreza tiene rostro de mujer. Más de dos millones de mujeres trabajan a tiempo parcial (2.066.000) provocando que, pese a que haya trabajado a lo largo de toda su vida, sigan siendo mujeres trabajadoras y pobres.
       El 89,1% de las personas que optaron voluntariamente por trabajar a tiempo parcial, para hacerse cargo del cuidado de personas dependientes, son mujeres, que soportan una multitud de cargas y tareas que impide una conciliación real entre trabajo y familia.
       Más del 85% de las responsabilidades siguen copadas por profesionales masculinos (INE, 2016), Colocando así a la mujer ante un techo de cristal invisible.

Desde nuestra fe cristiana, proclamamos que la dignidad de la persona es sagrada e inviolable. Nos sentimos Iglesia encarnada en la sociedad junto a quienes sufren las injusticias; para construir entre todos y todas unas condiciones de vida donde mujeres y hombres desarrollemos nuestra vocación a la que el Padre y Madre Dios nos llama, a través de una acción transformadora y liberadora. Queremos situarnos cercanos a estas situaciones generando luz y esperanza, tal y como se desprende del seguimiento de Jesús, el obrero de Nazaret y de su proyecto humanizador, de vida buena, para todas y todos. Por eso:
       Reivindicamos un cambio del sistema económico y cultural que valore el cuidado y sostenibilidad de la vida, la dignidad de las personas y el bien común.
       Pedimos una conciliación familiar real que nos permita compartir los cuidados y la vida. Para ello, es esencial desarrollar servicios públicos que atiendan las necesidades de menores y dependientes.
       Exigimos a las instituciones y a los responsables políticos el cumplimiento de las leyes hechas por la igualdad de oportunidades (Ley Orgánica 3/2007) entre mujeres y hombres.
       Condenamos todo tipo de violencia contra la mujer. Para ello es necesario que juntas y juntos construyamos puentes inclusivos en las diferentes maneras de relacionarse y comunicarse en el mundo laboral, familiar, de lenguaje, educacional…
       Consideramos fundamental promover una educación basada en valores de igualdad, respeto, solidaridad, empoderamiento y complementariedad, en la que se derrumben cánones impuestos de feminidad y masculinidad que no permiten desarrollarnos de manera integral como personas libres.

Desde el Secretariado Diocesano para la Pastoral Social y del trabajo y la HOAC, nos sentimos unidos a los Movimientos especializados de AC de la HOAC y la JOC,  y llamados a celebrar el Día  Internacional de la Mujer Trabajadora. Por eso, junto al resto de y compañeros/as de las organizaciones sindicales y feministas nos sumamos a la movilización, especialmente al paro laboral, para visibilizar las discriminaciones que sufren las mujeres trabajadoras en el acceso y en el empleo, y dar voz a tantas mujeres heridas por este sistema patriarcal, deshumanizador y tan contrario a los planes de Dios para la humanidad.